mi cuerpo se estremece jubiloso
al ver alegría y no llanto
¡OH mujer taciturna! evoca suavente la risa
ya ves que no te es esquiva
y cuando la llamas, acude a toda prisa
ojitos traviezos que alguna vez lloraron
hoy se achican pues en alegría nadan
resplandece tu rostro en armonia
del llanto y la pena no queda nada
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