.....En esos tiempos aguardábamos con ansias la llegada del dieciocho, ya que las ramadas se hacían al lado de la Laguna Redonda, mi papá me daba una dinero para gastar el dieciocho, invitaba a un amigo y me iba al final me costaba mucho gastar lo que se me daba , en las vueltas y vueltas por las ramadas tocaba ese billete pero no lo sencillaba, a lo sumo nos tomábamos un vaso de chicha, lo mejor venia cuando las ramadas se desarmaban , antes como es sabido y de ahi viene su nombre , estas se fabricaban con pura rama y una carpa de techo, de ahí el nombre "ramadas", pues bien, ayudábamos a desarmar y nos llevábamos las mejores ramas para hacernos arcos y flechas e ir jugar a los cerros colindantes, nos pasabamos dias enteros jugando a los indios en unos arenales cerca de allí, en esas vacaciones salíamos en la mañana y llegabamos al atardecer , con hambre y sed los , más grandes nos íbamos en bicycleta a esos cerros , hoy en día ya no quedan cerros , todo son poblaciones.
Los pactos con mi madre duraron hasta el fin de sus días..de diferentes formas , como contaba cambié la pelota por las bolitas, hice un hoyito, (tenquita) al frente de mi casa y me ponía a jugar con un número importante de bolitas, mis juegos favorito eran el choclón y la tenquita, no dejando de lado la troya juego (que se encierran las bolitas en una circunsferencia marcadas con tiza o cualquier marcador y desde una distancia se le trata de sacar del circulo con otra bola,) mis amigos al verme venían , pero como no tenían , yo les vendía y después se las ganaba, así quedaba con plata y con bolitas en mi bolsillo, todo esto iba bastante bien hasta que aparecio Marito, un pequeño con unos deditos chiquititos pero con una cueva mas grande que su casa , me las ganaba todas, yo impotente y con rabia, no pudiendo hacer nada al respecto me hacía el tonto cuando venia e inventaba cualquier artimaña para no jugar con él, pero aún así, no podia estar diciendo lo mismo todos los días entonces se me ocurrió algo pero tenía que contar con la ayuda de mamá..
le conté que este chiquillo me ganaba siempre , así que ideamos que ella saldría a mirame y si veía que mi bolsillo estaba abultado (por el exceso de bolitas) , me llamaba a tomar once, así dejaba unas pocas guardadas y salia nuevamente con las suficientes para seguir jugando , esto, porque mis amigos no me dejaban retirarme con mucha ganancia y a la vez para que no me ganara Marito, así cada vez que ganaba, ella me llamaba para tal o cual cosa, echabamos las bolitas a una bolsa que me habia confeccionado , asi yo veía engordar esa bolsa todos los días un poco, Marito era el hermano menor de Carlos, el cual era mi amigo y tenia una hermana, con la cual jugabamos al doctor, una vez fue creciendo se fue poniendo sumamente bonita y ya cuando me miraba se ponia roja , me di cuenta que nuestros juegos al doctor habían terminado. Tendriamos que inventar otra cosa...
En las tardes y hasta la noche, se nos iba el tiempo jugando en la calle Fernandez Vial, que si era de cemento con otra pelota, pero no al futbol, sino por jugar con niñas, que eran las hermanas de mis amigos, cambiabamos el juego por “la matanza” que consistia en marcar el centro de la calle por una linea, y se ponía cada equipo en un lado de ésta, con un contrario en el fondo que tiraba la pelota, si lograba pegarle con ésta a alguien, el golpeado se tenía que retirar del juego , asi se iban eliminando hasta quedar uno solo que representaba al equipo ganador.
Cuando eramos sólo muchacho el “caballito de bronce “ era el juego preferido era brusco pero nos gustaba, la “tataramuza” tambien era otro de los juegos, sobre todo la “sacada de camarones......
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